sábado, 3 de diciembre de 2011

Ajedrez simple

Hace muchos años, tal vez diez, tuve la suerte de participar como entrenador en importantes torneos de infantiles y juveniles a nivel panamericano y mundial.
Traté por distintos medios de inculcarle a mis alumnos la practicidad y la simpleza en su juego pero no fue trabajo sencillo conseguirlo.
Hoy -con el traje de jugador puesto- me vuelvo a oír como coach y noto que no cumplo frente al tablero con aquel mandamiento que rezaba a mis alumnos: ¿Por qué es tan difícil ser simple?
El quid de la cuestión podría pasar (así dice Rowson que debieran hablar los maestros) porque el ajedrez es un juego de alta complejidad, de mínimos detalles, donde lograr allanar el camino es una ilusión más que una realidad. Yo creo que, además de intentarlo, hay que estar "fino" y cuando uno está jugado mal (cual es mi caso ahora) esa precisión no surge y por tanto la simpleza no termina de plasmarse sobre las sesenta y cuatro casillas.
"Simple chess" era un vocablo habitual de percibir en profesores de países principalmente de la ex Unión Soviética cuando al analizar partidas de sus pupilos ellos tendían a llevar el juego hacia terrenos más confusos donde, no solamente aumentaba el margen de error, sino además las posibilidades de contrajuego del adversario.
Capablanca dicen que una vez sentenció: "Yo veo solamente una jugada: la mejor". Más allá que fue uno de los grandes genios y niño prodigio del ajedrez me animaría a decir que eso no pudo ser cierto en todas o varias de sus partidas: o analizó más de una movida candidata o en algunos casos no realizó el mejor movimiento.
Un astro de la simplicidad como él, supo hacer de la herramienta de la transformación de la ventaja, tuvo también sus percances cuando debió enfrentar en un gran match a otro ícono de los trebejos como fuera Alexander Alekhine. Allí pocas veces pudo plantear las partidas en un terreno simple, llano, donde la razón venciera a la imaginación.
Por ende, los ajedrecistas deberíamos estar preparados para cualquier tipo de posición que se nos presente.
La simpleza debe ser una meta, cuando de esa forma se puede aumentar o asegurar la supremacía posicional o material, pero alcanzar ese objetivo requiere una depurada precisión en el cálculo y en la planificación.
Hoy desde una óptica personal me siento calculando flojo, evaluando mal y por ende, a siglos luz de la simplicidad "Capablanquina" hoy seguida por Anand. ¿Deberé tener qué estudiar más partidas de la estrella cubana? ¿Tendré que analizar mejor mis juegos? ¿O un mix de ambas tareas?
Aún no tengo la respuesta, cuando la posea prometo publicarla.
Lo que si les digo que tender a la simplicidad cuando uno está en un mal momento ajedrecístico (que desde ya puede provenir de otros asuntos) es un remedio simplista para una coyuntura compleja.
Una vez más, recordaré los consejos de mis maestros:"si la posición es de maniobra, intenta ser simple, razonar; si la posición es de alto voltaje, intenta ser creativo, calcular, imaginar".
Cabe pues decir que la simpleza es un sendero deseado que en algunos supuestos pasa a ser un atajo de peligrosa llegada a quien ose tomarlo simplemente para hacer sus asuntos más fáciles.