Su inmensa trayectoria ajedrecística sumada a su paso por Hollywood a sus interminables tardes y noches en el Club Argentino de Ajedrez lo hicieron un personaje único, inolvidable.
Siempre jugando, mirando ajedrez y dando su visión sabia producto de mil batallas donde en muchas defendió los colores de su Argentina.
Rosseto jugando en Cuba bajo la atenta mirada del Comandante Che Guevara.
No caben dudas que la Diosa Caissa lo habrá recibido con honores y ahora ocupa un lugar ilustre en el olimpo del ajedrez.
Entre muchas, ésta es una de sus mejores producciones, un juego de su gloriosa década del 50 (donde integrara los equipos olímpicos de Argentina) frente a Nicolás Rossolimo: http://deepcoach.chesstheatre.
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