Terminamos tarde de analizar las partidas del Abierto de Villa Ballester junto a Quique y Diego -a la postre ganador del torneo- era hora de ir a dormir y el noticiero de madrugada anunciaba un asesinato escalofriante ocurrido en Gral Madariaga.
Me fui a la cama pensando en qué más pasaría en mi país, ¿cómo sería tras diez o veinte años?
Y hoy justamente se cumplen 20 años del homicidio del fotógrafo José Luis Cabezas: radiografía exacta de crueldad, impunidad, corrupción y demás calamidades que nos siguen sucediendo.
Si la profecía pesimista predecía que todos los asesinos iban a quedar libres con el tiempo, el mal augurio se ha cumplido.
Somos buenos declamadores los argentinos: "No se olviden de Cabezas"; "Ni una menos"; "Que se vayan todos", etc etc etc. pero no pasamos de lo formal a lo concreto, donde la democracia no es practicada en su totalidad.
Hace muchos años Montequieu elaboró la división de funciones dentro del poder y en ese aspecto el rol judicial, más allá del control de constitucionalidad es lograr que el sueño de Ulpiano se haga posible: dar a cada uno lo que le corresponde sin mirar de quién se trata.
La clase dirigente, tanto el Poder Ejecutivo, el Legislativo, los gremios, los dirigentes de fútbol, todos en un decir hemos aprendido y aplicado poco ka Democracia en 33 años.
Una vez más, la estatua de la Justicia, tanto en los distintos tribunales como en las facultades de derecho del país vuelve a taparse los ojos en señal de vergüenza por lo que le toca ver.
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