miércoles, 19 de mayo de 2010

7 Pecados Capitales. Acto IV

4) El pecado del materialismo

Usar al material como el factor preponderante de valoración por encima del tiempo y la calidad de la posición es una falla que aqueja a la inmensa mayoría de los ajedrecistas. Las tres dimensiones son igualmente importantes.
En cientos de ocasiones se omiten variantes por el sólo hecho de no tener que entregar material o se busca una secuencia donde se recuperen las piezas sacrificadas.
El ajedrez es un sistema complejo y cerrado donde sus reglas son inaplicables fuera de él.
El valor de las piezas no debería medirse en puntos y es muy difícil de ser precisado. El valor conjunto de una posición es a menudo superior al de sus piezas medidas de forma individual. Cuesta hablar de compensación porque ella no se ve, entonces a muchos les cuesta acceder a ella, y además les angustia el tener material de menos y no ver pronto como recuperarlo.


Las computadoras piensan en base a valores numéricos que dan puntuación a distintos elementos de la posición. El ser humano no hace eso en su mente pero si dan preponderancia al recuento del material obrante en el tablero por sobre otros aspectos.

La dama
Es la pieza con mayor movilidad ya que desde el centro controla veintisiete casillas y se distingue por su fragilidad: apenas se la ataca debe huir. Recién a niveles decentes de juego se logra entender que es una pieza que se puede cambiar o pensar en canjearla por otros efectivos.
El peón
Solamente controla dos casillas al mismo tiempo como máximo. A medida que avanza deja más debilidades detrás pero suele crear trastornos en el terreno enemigo. Aunque su personalidad es limitada tiene un potencial enorme con la coronación.
Yo agregaría que la estructura de los peones como un conjunto es el esqueleto de la posición y como tal tiene un valor agregado a la mera individualidad de cada uno de sus integrantes.
El rey
El valor del rey bien se puede considerar inestimable ya que si cae en jaque mate se pierde el juego. Su fuerza se va incrementando a medida que desaparecen piezas del tablero y algunos GMs hablan de él como una pieza de cuatro puntos en el final (mejor que una pieza menor ya que puede encerrar a un caballo o dominar casillas que un alfil no puede mas no puede atravesar toda una columna en una movida como la torre).
El caballo

Es una pieza lenta pero que puede atacar ambos colores de casillas. Desde el centro domina solamente ocho casillas pero curiosamente puede atacar a ocho piezas adversarias sin que lo ataquen a él (a menos que esté amenazando a otro colega). Según el GM holandés Donner se mueve en torno a un círculo y puede saltar pero es la pieza que más despacio recorre el tablero. Otro problema que posee es que no sabe perder un tiempo (al mover deja de atacar las casillas sobre las que lo estaba haciendo).

El alfil. La pareja de alfiles

El alfil domina hasta trece casillas siendo más ágil que el caballo pero careciendo de la ductilidad para jugar por el otro color de casillas. De ello es la fuerza del par de alfiles que juntos pueden dominar hasta veintiséis y se complementan en cuanto a que prevalecen sobre ambos colores de escaques. Rowson habla de la pareja de alfiles como hermanos hermafroditas que juntos son muy poderosos y si se los separa se los debilita: cuando se da un alfil el remanente también pierde fuerza al tener que pelear solo ya que habrá 32 casillas que le serán inaccesibles.
La torre

Domina catorce casillas se halle en cualesquiera de las sesenta y cuatro casillas por lo que la centralización no le suele aportar más poder (cosa que sí hace con el resto de las piezas). Como mueve en línea recta generalmente necesita dos o más movimientos para trasladarse a la mayoría de los escaques. Es una pieza rápida y muy productiva en los finales donde puede cortar el paso al rey adversario o atacar/defender a los peones en su base.

Resumen

Habría que comenzar a ver a las piezas tal que bloques de energía (con un valor relativo, es decir, relacionado con la puntual posición) más que como piezas de madera que tienen un valor absoluto. La capacidad operativa de las piezas hace a su "verdadero" valor. Rowson hace la siguiente ecuación:

E (calidad) = m (material) x c2 (tiempo). La cuarta dimensión (oportunidad) sería la resultante de la ecuación. Esas cuatro dimensiones (una más de las que sugiere Kasparov) están en un pie de igualdad a la hora de evaluar una posición. Lo que hace más trascendente al material es que se transforma en algo tangible y por ende visible a los ojos humanos. Considero que es el más "humano" de los pecados ajedrecísticos e imposible de erradicar por completo.

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