5) El pecado del egoísmo
El ajedrez es una batalla entre mi yo y el yo de mi rival. El egoísmo en ajedrez se percibe cuando no pensamos en las ideas del rival o lo haces pero con una simpleza muy inferior a la profundidad que tenemos para con nuestros planes.
Aunque buscamos la objetividad en nuestras movidas la subjetividad está presente desde el momento mismo que pensamos.
El encontrarnos metido en nuestros planes y metas puede sacarnos visión de lo que pretende realizar el adversario y contra ello se debe luchar en nuestra mente. Durante una partida podemos ser en parte objetivos (y deberíamos serlo en el máximo grado alcanzable) desde una perspectiva inevitablemente subjetiva. Tras el juego, en el riguroso análisis, es allí donde podemos buscar una mayor objetividad en nuestros pensamientos críticos de lo que ha sido la partida de ajedrez.
Reflexionar sobre las ideas rivales y ver como ellas chocan contra nuestra metas es un proceso mental arduo pero muy útil. Solamente no interfiera en los objetivos enemigos cuando vea que ellos serán decididamente favorables a usted.
No se niegue a hacer concesiones a su adversario si la posición lo requiere: sea sensato con usted y con lo que pasa en las sesenta y cuatro casillas (o lo más honesto que pueda).
No pretenda conseguir "todo" con una sola jugada. La adquisición de ventajas son procesos generalmente lentos de ser obtenidos. Desde la perspectiva del bando inferior sepa que si lleva a su oponente a un final largo y difícil ello puede perturbarlo ya que es probable que no tenga la voluntad de imponer un final tedioso (aunque todo ajedrecista debe prepararse para esos trances) y entonces se pueda dar la hipótesis que opte por una variante peor al sólo efecto de esquivar esos inconvenientes. Hay que estar listo para afrontar lo que suceda en el tablero independientemente que me proponga otros objetivos y no se vayan cumpliendo.
Cuando prepare las partidas no trate solamente de saber que aperturas juega su futuro rival sino que además intente descubrir sus gustos y sus fobias: si puede haga un análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) de él.
La intersubjetividad es un concepto excelente donde un jugador, sin dejar de lado su subjetividad ni una parte de la objetividad tiene muy en cuenta la subjetividad del otro. Mikhail Tal fue un experto en la materia ya que "leía" muy bien la psiquis del oponente y ciertas jugadas suyas tenían flaquezas ajedrecísticas pero mucha fortaleza psicológica. Por sobre todas las cosas intentaba impedir que el oponente marcara los designios de la partida y su estilo emprendedor lo llevaba a evitar las líneas tablistas. La intersubjetividad de Tal se notaba en buscar mantener a su rival bajo presión (psicológica, posicional, de tiempo) en todo momento y por ende que nunca se cumpliera la voluntad de su adversario. Ese constante asedio suele culminar con el error de nuestro antagonista.
Cary Utterburg en Dynamics of Chess Psychology se refiere a los sacrificios de piezas psicológicos de Tal enfatizando que la clave de ellos era la responsabilidad existencial que le quitaban a su rival. Dice que en el transcurso normal de las cosas que hacemos somos "existencialmente responsables" y en una partida nos sentimos cocreadores conscientes con nuestro adversario y por tanto responsables de su resultado final. Las entregas de piezas de Tal eran tan extravagantes e impredecibles que producían en el rival un sentimiento de no ser más coautor de ese juego. Intentar ser el dueño de nuestro destino y no regalarle ese privilegio al rival es primordial y desde ya que si se pudiere tomar la potestad sobre el juego adversario estaríamos en el ideal de partida.
Como sentencia Kasparov "la mayor habilidad en ajedrez radica en no permitirle al oponente que te demuestre lo que puede hacer".
La profilaxis o prevención del plan rival se emparenta con la intersubjetividad. La profilaxis puede ser para anticiparse a futuros planes acomodando ya las defensas (estilo Petrosian) o para ser proactivo respecto de la tendencia desfavorable de la posición y cambiar el rumbo de los acontecimientos ahora (estilo Kasparov).
Salvo que mi ideas sean muy fuertes en la posición puntual el mejor plan que podría tener es justamente que mi adversario carezca de una buena idea de juego.
La confianza suma en el ajedrez y la suerte suele acompañar al más tenaz y a quien mejor entiende lo que el otro pretende hacer. Quedarse en que hemos perdido por mala suerte en una manera simplista y pobre de analizar los acontecimientos.
Una dosis normal de miedo ayuda a tener sentido del peligro, pasada esa cantidad se produce la parálisis mental. La intersubjetividad ayuda a pensar que también su rival tiene miedos y que la batalla de ideas que es el ajedrez se plasma sobre un tablero donde ambos contendientes deben luchar contra sus temores e intentar descubrir y aprovechar los miedos del otro lado.
No se identifique con ningún papel en la partida, busque lo mejor de si y no tema ni subestime a su rival.
Jugar al ajedrez es en parte exhibirse pero si busca actuar no dará lo mejor de si en la partida. Trate de ser usted mismo y abstráigase del público presente (trate de entrar "en la zona") para desarrollar su mejor ajedrez.
Hemos visto las diversas facetas del pecado de egoísmo y aunque no podamos evitarlas todas si podemos pensar en ellas y buscar reducirlas para el caso que no se pueda eliminarlas.
Los ex campeones mundiales Lasker y Tal, entre otros, demostraron en sus partidas la gran utilidad de considerar estos factores como parte integrante de la batalla ajedrecística.
Aunque buscamos la objetividad en nuestras movidas la subjetividad está presente desde el momento mismo que pensamos.
El encontrarnos metido en nuestros planes y metas puede sacarnos visión de lo que pretende realizar el adversario y contra ello se debe luchar en nuestra mente. Durante una partida podemos ser en parte objetivos (y deberíamos serlo en el máximo grado alcanzable) desde una perspectiva inevitablemente subjetiva. Tras el juego, en el riguroso análisis, es allí donde podemos buscar una mayor objetividad en nuestros pensamientos críticos de lo que ha sido la partida de ajedrez.
Reflexionar sobre las ideas rivales y ver como ellas chocan contra nuestra metas es un proceso mental arduo pero muy útil. Solamente no interfiera en los objetivos enemigos cuando vea que ellos serán decididamente favorables a usted.
No se niegue a hacer concesiones a su adversario si la posición lo requiere: sea sensato con usted y con lo que pasa en las sesenta y cuatro casillas (o lo más honesto que pueda).
No pretenda conseguir "todo" con una sola jugada. La adquisición de ventajas son procesos generalmente lentos de ser obtenidos. Desde la perspectiva del bando inferior sepa que si lleva a su oponente a un final largo y difícil ello puede perturbarlo ya que es probable que no tenga la voluntad de imponer un final tedioso (aunque todo ajedrecista debe prepararse para esos trances) y entonces se pueda dar la hipótesis que opte por una variante peor al sólo efecto de esquivar esos inconvenientes. Hay que estar listo para afrontar lo que suceda en el tablero independientemente que me proponga otros objetivos y no se vayan cumpliendo.
Cuando prepare las partidas no trate solamente de saber que aperturas juega su futuro rival sino que además intente descubrir sus gustos y sus fobias: si puede haga un análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) de él.
La intersubjetividad es un concepto excelente donde un jugador, sin dejar de lado su subjetividad ni una parte de la objetividad tiene muy en cuenta la subjetividad del otro. Mikhail Tal fue un experto en la materia ya que "leía" muy bien la psiquis del oponente y ciertas jugadas suyas tenían flaquezas ajedrecísticas pero mucha fortaleza psicológica. Por sobre todas las cosas intentaba impedir que el oponente marcara los designios de la partida y su estilo emprendedor lo llevaba a evitar las líneas tablistas. La intersubjetividad de Tal se notaba en buscar mantener a su rival bajo presión (psicológica, posicional, de tiempo) en todo momento y por ende que nunca se cumpliera la voluntad de su adversario. Ese constante asedio suele culminar con el error de nuestro antagonista.
Cary Utterburg en Dynamics of Chess Psychology se refiere a los sacrificios de piezas psicológicos de Tal enfatizando que la clave de ellos era la responsabilidad existencial que le quitaban a su rival. Dice que en el transcurso normal de las cosas que hacemos somos "existencialmente responsables" y en una partida nos sentimos cocreadores conscientes con nuestro adversario y por tanto responsables de su resultado final. Las entregas de piezas de Tal eran tan extravagantes e impredecibles que producían en el rival un sentimiento de no ser más coautor de ese juego. Intentar ser el dueño de nuestro destino y no regalarle ese privilegio al rival es primordial y desde ya que si se pudiere tomar la potestad sobre el juego adversario estaríamos en el ideal de partida.
Como sentencia Kasparov "la mayor habilidad en ajedrez radica en no permitirle al oponente que te demuestre lo que puede hacer".
La profilaxis o prevención del plan rival se emparenta con la intersubjetividad. La profilaxis puede ser para anticiparse a futuros planes acomodando ya las defensas (estilo Petrosian) o para ser proactivo respecto de la tendencia desfavorable de la posición y cambiar el rumbo de los acontecimientos ahora (estilo Kasparov).
Salvo que mi ideas sean muy fuertes en la posición puntual el mejor plan que podría tener es justamente que mi adversario carezca de una buena idea de juego.
La confianza suma en el ajedrez y la suerte suele acompañar al más tenaz y a quien mejor entiende lo que el otro pretende hacer. Quedarse en que hemos perdido por mala suerte en una manera simplista y pobre de analizar los acontecimientos.
Una dosis normal de miedo ayuda a tener sentido del peligro, pasada esa cantidad se produce la parálisis mental. La intersubjetividad ayuda a pensar que también su rival tiene miedos y que la batalla de ideas que es el ajedrez se plasma sobre un tablero donde ambos contendientes deben luchar contra sus temores e intentar descubrir y aprovechar los miedos del otro lado.
No se identifique con ningún papel en la partida, busque lo mejor de si y no tema ni subestime a su rival.
Jugar al ajedrez es en parte exhibirse pero si busca actuar no dará lo mejor de si en la partida. Trate de ser usted mismo y abstráigase del público presente (trate de entrar "en la zona") para desarrollar su mejor ajedrez.
Hemos visto las diversas facetas del pecado de egoísmo y aunque no podamos evitarlas todas si podemos pensar en ellas y buscar reducirlas para el caso que no se pueda eliminarlas.
Los ex campeones mundiales Lasker y Tal, entre otros, demostraron en sus partidas la gran utilidad de considerar estos factores como parte integrante de la batalla ajedrecística.
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