El ajedrez con su número creciente de jugadas y variantes plantea un problema exponencial que es mucho mejor depurado por el maestro que el aficionado.
La carga cognitiva (cantidad de información en mente en cualquier momento) es mucho menor en un jugador experto que en un novicio.
Los conceptos ajedrecísticos se expresan en palabras: por ejemplo torre en columna abierta. Las palabras brindan una ilusión de entendimiento que, en muchas ocasiones, se diluye en el tablero.
El ideal es reconocer modelos y desmenuzarlos en la menor cantidad de elementos posibles. La visión más abstracta de los grandes jugadores hace que su carga cognitiva sea mucho menor.
Para Watson el ajedrez moderno está en una anomia (no hay regla de oro) para Aagard conocer y aplicar ciertas reglas estratégicas es sinónimo de buen ajedrez.
Lo bueno de la anomia es que ayuda a un ajedrez creativo, donde el valor de las piezas depende mucho de la posición puntual: el material vale por lo que juega.
La carga cognitiva (cantidad de información en mente en cualquier momento) es mucho menor en un jugador experto que en un novicio.
Los conceptos ajedrecísticos se expresan en palabras: por ejemplo torre en columna abierta. Las palabras brindan una ilusión de entendimiento que, en muchas ocasiones, se diluye en el tablero.
El ideal es reconocer modelos y desmenuzarlos en la menor cantidad de elementos posibles. La visión más abstracta de los grandes jugadores hace que su carga cognitiva sea mucho menor.
Para Watson el ajedrez moderno está en una anomia (no hay regla de oro) para Aagard conocer y aplicar ciertas reglas estratégicas es sinónimo de buen ajedrez.
Lo bueno de la anomia es que ayuda a un ajedrez creativo, donde el valor de las piezas depende mucho de la posición puntual: el material vale por lo que juega.
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