Las implicancias de la defensa
Cuando estamos en situación de perder la partida el ego sale en defensa de nuestro ser. Se pasa de tener una posición perdida a estar perdido uno mismo.
Mediante un mecanismo inconsciente denominado defensivo del ego se procede a deformar de forma involuntaria la realidad interna como la externa para disminuir el stress y la angustia que la coyuntura nos genera. Estas ideas del psiquiatra de Harvad Valliant son adaptables a la problemática del ajedrez.
Cualesquiera de estos elementos como son el sujeto (yo), el objeto (la posición), la idea (variante o plan) y la sensación (evaluación) pueden verse distorsionados por ese mecanismo del subconsciente. Esto significa que el jugador sabe lo que está pasando pero no puede reconocer a nivel consciente la defensa psicológica que está tomando frente a ese estado de las cosas.
Rowson, en un destello de profundidad y brillantez asombrosos, nos quiere decir que para defendernos mejor en una partida necesitamos ser conocedores de esa tendencia de nuestra psiquis de confundir la defensa de nuestra posición con la de nuestro yo.
Salvado este punto tengamos en cuenta que defenderse no es algo en si mismo malo y que se puede realizar dicha tarea con ingenio, habilidad y buscando también el triunfo.
Aquí debo citar por mi parte, como hice en el libro Las dos caras del entrenamiento, que la Tenacidad (con mayúscula dada su relevancia en este tópico) juega un rol vital asociada a la confianza que debemos tener una vez emprendida la labor de luchar por nuestra posición en términos de defensa. Es imposible defenderse correctamente si uno no opone resistencia y tiene verdadera fe en la misma.
Citando a otro autor excepcional como Yermolinsky es menester decir que la defensa ha de cambiar según sea la tendencia del juego:
+=/=+: Una defensa normal basada en cuidar su formación de peones, la seguridad de su rey y buscando el canje de piezas que le conviene habría de bastar para sostener su causa.
+/- o -/+: Aquí su desventaja es clara y es preciso fijarse si la tendencia del juego es declinante o no para definir las medidas a implementarse.
+- o -+: Cuando la desventaja es decisiva no hay riesgo que resulte inválido, todo suma para complicar la victoria adversaria. Alterar el curso normal de los acontecimientos siempre será bueno.
Sentencia Rowson que cuando uno se defiende necesita jugar con los miedos del oponente, temores que han de crecer a medida que lo haga su supremacía (cuanto más cerca estamos del triunfo más se tiene para perder y por ende hay más presión psicológica).
La fe en la posición y la tenacidad que se puedan volcar en el tablero asemejan al brazo de un pulseador en problemas que resiste sabiendo que, si lograra aguantar, el desánimo y la ansiedad de su rival podrían invertir los papeles de la pulseada en su favor.
Mediante un mecanismo inconsciente denominado defensivo del ego se procede a deformar de forma involuntaria la realidad interna como la externa para disminuir el stress y la angustia que la coyuntura nos genera. Estas ideas del psiquiatra de Harvad Valliant son adaptables a la problemática del ajedrez.
Cualesquiera de estos elementos como son el sujeto (yo), el objeto (la posición), la idea (variante o plan) y la sensación (evaluación) pueden verse distorsionados por ese mecanismo del subconsciente. Esto significa que el jugador sabe lo que está pasando pero no puede reconocer a nivel consciente la defensa psicológica que está tomando frente a ese estado de las cosas.
Rowson, en un destello de profundidad y brillantez asombrosos, nos quiere decir que para defendernos mejor en una partida necesitamos ser conocedores de esa tendencia de nuestra psiquis de confundir la defensa de nuestra posición con la de nuestro yo.
Salvado este punto tengamos en cuenta que defenderse no es algo en si mismo malo y que se puede realizar dicha tarea con ingenio, habilidad y buscando también el triunfo.
Aquí debo citar por mi parte, como hice en el libro Las dos caras del entrenamiento, que la Tenacidad (con mayúscula dada su relevancia en este tópico) juega un rol vital asociada a la confianza que debemos tener una vez emprendida la labor de luchar por nuestra posición en términos de defensa. Es imposible defenderse correctamente si uno no opone resistencia y tiene verdadera fe en la misma.
Citando a otro autor excepcional como Yermolinsky es menester decir que la defensa ha de cambiar según sea la tendencia del juego:
+=/=+: Una defensa normal basada en cuidar su formación de peones, la seguridad de su rey y buscando el canje de piezas que le conviene habría de bastar para sostener su causa.
+/- o -/+: Aquí su desventaja es clara y es preciso fijarse si la tendencia del juego es declinante o no para definir las medidas a implementarse.
+- o -+: Cuando la desventaja es decisiva no hay riesgo que resulte inválido, todo suma para complicar la victoria adversaria. Alterar el curso normal de los acontecimientos siempre será bueno.
Sentencia Rowson que cuando uno se defiende necesita jugar con los miedos del oponente, temores que han de crecer a medida que lo haga su supremacía (cuanto más cerca estamos del triunfo más se tiene para perder y por ende hay más presión psicológica).
La fe en la posición y la tenacidad que se puedan volcar en el tablero asemejan al brazo de un pulseador en problemas que resiste sabiendo que, si lograra aguantar, el desánimo y la ansiedad de su rival podrían invertir los papeles de la pulseada en su favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario