martes, 20 de abril de 2010

Ajedrez para cebras: Toma XI

"Si el orden atrae al intelecto, el desorden atrae a la imaginación" Paul Claudel.
Este inicio marca, a mi entender, lo relevante que es la imaginación en cualquier área y bastante más en el ajedrez, donde las estrategias y tácticas se trazan en un cuadro mental sin poder siquiera chequear en un tablero paralelo las implicancias de lo que uno está pensando hacia el futuro.
Existen jugadas de apariencia linda y otra de fisonomía fea pero ¿dónde está la clave para ver cuál de ellas se analiza? Si nos quedamos en conceptos y modelos rígidos hay jugadas que no merecen ser estudiadas pero eso es una discriminación excesiva y por demás superficial. Rowson señala que debemos descubrir la belleza oculta en las movidas, no la extrínseca, que nos hace elegir por linda o fea.
El GM escocés cito al pintor Pollock quien confiesa:"...No tengo miedo a introducir cambios, destruir la imagen, etc, porque la pintura tiene una vida propia. Trato de dejarla fluir. Sólo cuando pierdo contacto con ella es cuando el resultado es un caos". Dejemos fluir nuestros pensamientos: la única forma de utilizar y ejercitar la imaginación es dejándola libre, diciendo jamás que no a analizar una movida que nuestra intuición o algo nos señala que debería considerarse pese a su oscuro aspecto. Es entonces que puede aparecer la belleza oculta de la que habla el autor.
Desde un punto de vista práctico la "jugada fea" se analizará menos tiempo que la "linda" para el caso que ambas no funcionen a la hora de ser probadas en el análisis concreto: si una jugada va contra principios generales, debilita la posición y aparte no funciona ¡basta de mirarla!
Tal vez debamos ser como Proteo (Dios griego del mar que podía cambiar su forma para ser inalcanzable) y asumir distintas formas, ser flexibles a todo.
No olvidemos que el ajedrez es un juego de transformación de ventajas y ese cambio permanente obliga a ser elástico de pensamiento y acción en cada movimiento.

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