sábado, 17 de abril de 2010

Ajedrez para cebras: Toma VI

En ajedrez hay arquetipos de estilos y grandes jugadores que de manera consciente o inconsciente tratamos de emular.
Algunos ajedrecistas quieren ser tan buenos estrategas como era Capablanca, otros tener la habilidad psicológica de Lasker, algunos la energía de Alekhine para arrasar al rival en todo el tablero y muchos casos más que se podrían citar.
No está mal tener una identificación con un jugador, tal vez sea peor tenerla con un estilo determinado (ya que eso limitaría nuestro pensamiento durante las partidas). Lo vital de tener un jugador "modelo" es extraer de él/ella todo lo positivo que su estilo deja aprender.
El problema radica -y entonces sí concuerdo en un 100% con Rowson- cuando uno quiere jugar sus partidas "a lo Tal o la Petrosian" sin reparar en que la historia de el juego se irá construyendo con sus ideas pero también con las de su oponente y la que marquen las sesenta y cuatro casillas.
Dice brillante Rowson: "Cuando nos implicamos mucho en nuestros mitos, a menudo enfatizamos en las líneas donde nuestro mito se plasma pero no en aquellas en que se frustra".
En todo lo expuesto anda rondando un elemento esencial cuando uno mueve los trebejos: la objetividad la cual es muy fácil de perder en el fragor de la batalla.
No nos guiemos por mitos al conducir nuestra partidas, pero sí, aprendamos de las leyendas que hicieron la historia del ajedrez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Alejo

tas a full con el libro !!
me alegra que te gusto tanto.
El tipo es un capo, muy culto, relaciona el juego con varias cosas, y nos permite abrir nuestras cabezas.

Saludos

Diego Lopez

Anónimo dijo...

Gracias a vos Diego y a los otros compañeros del Abierto. ¡Sigamos con la movida Rowson! Un abrazo